Y no me quedan
calificativos para describir la última y tediosa ocurrencia de Manoel de
Oliveira, ese venerado director de 104 años que firma O gebo e a
sombra. Según él, adapta una obra que supone un ilustre antecedente del Esperando
a Godot, de Samuel Beckett, y también una reflexión sobre el poder.
Celebro que el maestro me aclare el argumento de su película ya que a mí me
resulta imposible entender nada de lo que me está hablando. Pero si normalmente
su lenguaje para no contar nada se distingue por el estatismo, aquí ha superado
todos sus límites. Ojalá que Oliveira viva 100 años más si ese es su deseo,
aunque mi alivio será inmenso el día que ya no tenga la obligación profesional
de ver sus películas en los festivales, los únicos escenarios que ofrecen
admirado cobijo a su insoportable cine.
Para esborrachar este presumido crítico espanhol, porque é que a RTP1 que é adorada por tanta gente não compra os direitos deste filme e o passa em vez dos concursos do Malato?
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